Bienvenidos los futuros cambios en la Ciudad! El espacio público se enriquece con objetos útiles y capaces de estimular el entorno: nuevos refugios de transporte, nuevas señales de colectivos, reubicación de la publicidad, nueva cromática identificatoria, más clara información, uso del braille para ayuda de no videntes. Diseño e ideas ciertamente idóneas y posibles: ¡ más confort y servicio ! Mejor comunicación. Las señales, además de cumplir su rol específico de ordenar e informar, pueden contribuir enormemente al placer de transitar por la ciudad: no cabe lo lindo ni lo feo. El diseño sirve o no sirve. Es tener en cuenta al ciudadano, atenderlo, protegerlo.
Quizás no soy el más indicado para analizar el reemplazo de la señales actuales, por haber sido coautor de ellas con el entonces Estudio González Ruíz-Shakespear, pero han pasado 40 años y sin duda algunas pueden aceptar aggiornamiento constructivo y funcional. Siempre hemos abogado por mensajes claros y precisos en la calle. El conductor sobre todo, necesita alta legibilidad, información rápida y sintética, para la seguridad del tránsito y la convivencia con el peatón. Entre los componentes rediseñados del nuevo Sistema señalo 2 fundamentales: primero, la señal de bocacalle. Por fin y afortunadamente, la irrespetuosa publicidad –que algún desaprensivo decidió un día incorporar a nuestro diseño original–, será erradicada definitivamente de ella. (Aplausos).
Y en segundo término mencionaré la señal de Taxi. La actual mano amarilla –figura 1– tiene antecedentes muy especiales para reemplazarla tan a la ligera. Fue considerada inédita, publicada y elogiada internacionalmente. La diseñamos para su aplicación en el Sistema de Señalización de Buenos Aires, pero no tardó mucho tiempo en ser adoptada por los gobiernos provinciales y hoy se encuentra en uso en todo el país.La mano, esa emulación del gesto expresivo humano, no exento de cierto humor puesto en la calle, sin duda se aquerenció por su carisma en el lenguaje visual popular. Pregunto, ¿es necesario suplantarla por un simple cuadrado negro, con letras y aro amarillos, como nos informa el Gobierno de la Ciudad? –figura 2–.
Cambiemos, está bien, pero podríamos ser más imaginativos. Si es que realmente hay que eliminarla del paisaje urbano, deben buscarse soluciones más felices para reemplazar un ícono paradigmático, otros estímulos para superarlo. No le cambiaría la consistencia ni el color al dulce de leche. Podemos transmitir la información de otra manera, con seguridad. Reconozcamos que somos un país creativo e innovador, pero que no se nos vaya la mano.
*Titular de Shakespear Estudio Diseño y Comunicación
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